El título de este Blog describe la fuerte sensación que tengo en el desarrollo de mi trabajo. En las obras, lo primero que se hace es adecuar el terreno para la futura construcción. Esa adecuación se hace a base de mover cantidades de tierra que suelen dejar al descubierto capas profundas que desprenden un intenso olor, un profundo olor a raíces, a verde, a naturaleza. El movimiento sobre ella, el contacto con ella me ha llevado en muchas ocasiones a mi infancia en una de las montañas de Barcelona, Montjuic. Ese Montjuic primario donde lo civilizado estaba en el vértice de la Plaza de España, con el circuito como anillo y el Estadio destartalado en su culminación. El cementerio, en el otro vértice era el otro límite civilizado. En medio, la montaña salvaje donde nos criamos tantos niños de Barrios pequeños, con casas pequeñas y familias grandes. Era la calle, la montaña, nuestra solución habitacional del momento.
Allí nos hicimos, allí están mis raíces. La base de partida con la que después, con la ampliación de mi campo de actuación, he ido ubicando la zona, las circunstancias en las que crecimos y a mi mismo.
Por supuesto no eran unas circunstancias abundantes en medios, pero si unas circunstancias con posibilidades de crecimiento, de desarrollo personal. Allí no se aburría nadie, allí nos teníamos a nosotros y a la montaña para pasar el rato. Allí, todos aprendimos y pusimos en práctica el movimiento social, por lo de movimiento.
De eso se trata. El olor de la tierra me devuelve a ese origen sin medios, pero con posibilidades. Con ese origen y con la ampliación del territorio de actuación personal por causa del crecimiento, se incuba la inquietud de las diferencias sociales. Ves gente con más medios y condiciones para el porvenir, nacen las dudas de tus condiciones, de tu entorno, te empiezas a preguntar los “por qués” y empiezas a leer y escuchar explicaciones.
Concluyo al final en el origen, el olor de la tierra me exalta mis raíces, me devuelve al sentimiento que, tenemos lo que tenemos y podemos lo que podemos con nuestros medios. No me hacen falta protectores voluntarios y piadosos, no quiero guías espirituales, no quiero subvenciones. Si quiero explicar, porque así lo entiendo, que la vida, tu vida se desarrolla mejor sin interferencias, al menos es la tuya y su resultado sólo debe ser atribuible a ti y tus circunstancias, y no le debes nada a nadie.
Así, socialmente sólo puedo resumir la cosa en dos corrientes. Los que abogan por el intervencionismo social, político y económico para corregir el curso de las cosas y los que no. Yo, al final y después de transitar por tanto grupo salvador de los necesitados, estoy con los segundos.
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